Sallinger me dijo eres un borracho de mierda. Y yo le conteste: -Y a vos que te importa pelotudo. Fue entonces cuando sentí por detrás que me entraba un puño en la cara, al darme vuelta, el segundo trompazo me dio de lleno en la nariz. Juro que vi estrellitas de colores estallando. Y mis ojos se llenaron de lagrimas mientras manaba la sangre. Solo atine a sacudirme y en el movimiento brusco del cuerpo me encontré con una botella vacía de vino tinto, la tome y se la partí en la cabeza. El tipo era grandote y rudo, pero se desplomo sobre su culo. Cuando lo vi en el piso le patee la cara. Sallinger me freno. Papá Hemingwey desde el piso me insultaba. Me había tomado su whisky y estaba furioso.
Le dije: –Anda a sobarle la verga a un viejo en el mar, forro.
Me fui dando tumbos.
El resto ya lo saben, el se convirtió en leyenda escribiendo sobre un viejo pescador que lucha con los tiburones por un gran pez y llevando a su cama a Marlene Dietrich y otras delicias. Un día sus sesos terminaron decorando la pared de una cabaña.
Yo mientras tanto me deshago en un chute de morfina convencido de que aquello fue el origen de todo.
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