Me hice toxicomano y borracho para comprender la vida de otra manera.
Después de tantos pases de cocaina, acidos y porros quemados.
Después de los oceanos de alcohol que han apagado mi sed.
Conocí así el éxtasis de la mente
Las charlas de bar hasta la madrugada.
El bamboleo involuntario de la embriaguez
Y la lucida alucinación y paranoia de los estados alterados.
Revolucionario y comunista para cambiarla.
Porque la propiedad es un robo
Y el estado opresión.
Transitando calles combatientes
entre barricadas, gases y corridas.
Pensando entre minutas, declaraciones y volantes.
En puertas de fábricas y universidades.
Siempre del otro lado del orden.
Frente a la policía
En el lado correcto del piquete.
Sexopata para sentir con todo mi cuerpo.
Goce de multitud de polvos que me tuvieron como protagonista.
Las orgías, los sueños libidinales
Las camas y los colchones que me sirvieron de refugio.
Entre caricias de tigre y lecturas del Marqués de Sade.
Escritor para incendiar con las palabras.
Y escribir de política, historia, poesía
E innumerables cartas de amor no correspondidas.
Para encender conciencias y escapar a la muerte.
Pobre para no tener que pelear por la vanidad de la riqueza.
Y huir del trabajo
O peor aún vivir de él.
Ha sido siempre un desafió regodearme en la pereza.
Luego de ser insultado, catalogado de vago,
loco, amoral, antisocial, subversivo y drogadicto.
Después de todo ello, puedo decir que es duro vivir
sin dios, patria, privilegio y propiedad que defender,
pero es intensamente bello vivir con tanta pasión como bandera.
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