Mauricio cruza la puerta, en el instante en que se partió la vida. Dice y piensa, piensa y dice… mi relación con ella fue tan jovial, como su primavera, la oscuridad y muerte.
Solo que el no fue el mismo, ella, la muerte, la tomo de rehén.
Ni le dio aire, ni pena, le ahuyento todo.
Mauricio como todos tenia la necesidad de creer y el quería creer en su vida, en ella. Fantaseaba quería ser el mago y el compañero en el que se apoye, él era fuete y por la confianza sabia que no habría problemas, para él no había obstáculos.
Ella, por supuesto, la mujer mas linda que había acariciado sus día.
El alegre despertar en la mañana al ver el rostro hermoso de ella. Su corazón se hacia feliz, le hacia creíble sus harapos y su confianza no disminuía, como había de disminuir si alguien estaba ahí, con él, alguien tan hermoso, que Mauricio no podía creer
Lo triste fue encontrarlo muerto con ese papel en la mano diciendo que hubiera necesitado la mano que le diga: te tengo confianza Mauricio, vos podes, quiero que salgas, salí…
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