Justo antes del salto,
en la esquina de los vertigos
donde el viento se detiene,
yo traia el corazon sofocado
de una estampida de caballos,
huella y sombras
y sueños desatinados.
Un extraño dolor como un hombre con ojos de pajaro,
hombre-halcon que languidecia titubeante.
Justo antes del salto,
el dia se puso de rodillas,
y la escarcha en el cafe,
y ese dolor de lengua de serpiente,
como el vuelo de mil flechas,
pero se abre ante mi el naciente dominio de las palabras
y el pensamiento y su nuevo trabajo,
no se si me recuerda pero ya no importa
porque voy a saltar y las doradas telarañas del rio
amortiguaran mi caida,
y los temblores de lengua de serpiente seran una joya arqueologica,
como esta esquina de vertigos,
donde los incendiarios del corazon arrasaran esta modernidad
que huele a alcantarillas putrefactas,
destronaran la corona del vilipendio y desplumaran los angeles.
Cientos de prometeos tomaran las calles.
Salgo despacio de este sueño,
me rodean un grupo de niños regocijados con amargas
galletas de chocolate y
cerca de aqui un hombre de ojos tristes duerme
su noche en el portico de un hospital,
sus ojos tormentosos, yo se de este desvario mas que nadie.
Saldre doblando carretera abajo,
el suplemento del domingo
dejare atras la ciudad, sus hombres, las hojas, los pequeños ruidos,
y dejare por fin, de embellecer este dolor
como si fuera el melancolico soplido de las libelulas.
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