martes, 5 de mayo de 2009

Pierre




Pierre contempla en la noche apagada su propio reflejo frente al vidrio.

Se acaricia la barba, exhala aire, se siente rendido.

Pierre esta ligeramente borracho,

aunque desea en realidad estar pesadamente drogado.

La suerte le ha jugado una mala pasada.

Varado en una ciudad frente al mar, hace tiempo abandonada, sin dealer fijo.



Pierre no tiene un amor.

Aunque si, algunas chicas enamoradas de él.

Pierre se fastidia.

Los viejos amores y el desapasionamiento lo hacen vulnerable al deseo.

El amor es una enorme vaca podrida, como los poemas de Pablo Neruda

–leyo hace poco-.

Pierre es un enamorado de la desmesura y la lujuria.



Pierre esta enterrando su niñez y la lengua original entre dolores y odios.

Dolor de muerte y odio por el orden del mundo.

Dolor enorme y caótico.

Odio visceral porque la sed de ganancia es la culpable.



Pierre tiene HIV, su madre agoniza.

No tiene dealer de cocaína

Tan solo alcohol y marihuana en la ciudad frente al mar hace tiempo abandonada.

Sin revolución que venga al rescate.

La vida es bella se dice Pierre.

-Solo que la esperanza es violenta, le responde Mallarme.

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