viernes, 31 de diciembre de 2010

hijas e hijos del caos

Los ecos sobrevuelan la avenida
muñecos de papel esperan
consumirse en la pira
entre petardos ruidosos
vidas rotas que jadean
por amor
por odio
por otra oportunidad
un soplido de viento
entra por la ventana
los papeles vuelan hacia la nada
los trapecistas se arrojan al vacío
las arañas devoran moscas de año nuevo
las mujeres manosean sus pezones
por deseos
por ausencias
por recuerdos
por pajeras
la ultima curda promete sangre
una cuchillada sobre el vientre del presente
hace lugar al cadáver del pasado;
los muñecos van a arder
entre luces rojas y amarillas
y las botellas de vino
estrellarse contra el asfalto caliente
los labios buscaran labios
y la razón va a seguir pariendo pesadillas.
hijas e hijos del caos
soñaran con incendios
entre fuegos de artificio.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

elogio de un intelectual

Leo sorprendido a aquel que contabilizaba y guardaba en su heladera milanesas de soja, gaseosas baratas y queso crema para consumo propio y exclusivo. Que comia en platos de camping para lavar menos. Que lloraba por las monedas que no encontraba, que cobraba con presición milimetrica cada centavo que gastaba a quien lo acompañara, que se quejaba del enorme peso de los aparatos de la izquierda en la vida de los hombres y su incapacidad para ver lo que él si tenia claro, mientras chupaba preocupado el humo de su pipa. Que predicaba la necesidad de una intelectualidad lucida y precisa en la elaboración de un pensamiento puro, descontaminado de todo dogma que no fuese aquel que saliera de su cabeza, cuya verdad eterna estaba asegurada por su conocimiento adquirido en las aulas de la universidad, por su esfuerzo ciclopeo en leer libros comprados en bibliotecas de saldo a los cuales catalogaba con dedicación de contador, conocimiento que la revolución deberia reconocer porque después de todo, aquello que predicaba el viejo bolchevique de que hasta la ultima cocinera supiera gobernar era pura utopia anarquista, ya que solo los sabios pueden ejercer el poder sabiamente y las masas solo son barbaras sino tienen un estado que las controle y eviten su caida en el mundo de naturaleza que tanto ha costado a la humanidad desterrar. Pero no un Leviatan producto del estado absolutista, sino un estado de sabios donde los obreros trabajen en armonia con el dirigente que, por supuesto democráticamente, jamás cedera el poder a la incultura, ya que aquello que el estado desaparezca jamás va a acontecer. Y por lo tanto el muy buen intelectual de izquierda, independiente, para garantizar la asepsía del pensamiento y del lenguaje (siempre y cuando no se tratara de juzgar a las mujeres aquellos simbolos del mal que en el feminismo germinan el huevo del fascismo), que no limpiaba a la espera que los demás lo hicieran por él. Que no discutia con quien cobra el alquiler a la espera de hacer buena letra con el propietario o de que otros den la cara. Que no figuraba en las declaraciones publicas de la militancia a la espera de no ofender ni perturbar sus relaciones con sus jefes academicos. Que no buscaba romances ante el temor al juicio o el dolor. Que solo buscaba el reconocimiento de sus pares y el silencio de sus oyentes, ya que el resto de los mortales jamás estarian a su altura. Portador de verdades que nacieron y fueron incriptas en los estandartes de la humanidad y recuperados por su verba. Leo, 'recordar a la burguesía su pasado revolucionario es una provocación' y me alegro que lo diga y lo comparto. Pienso, estara cambiando para bien y me alegro de no pensar aquello que decia Guy Debord sobre que 'la regla fundamental que juzga a todos los intelectuales' es que lo que 'ellos respetan da la medida exacta (de) su propia realidad despreciable'.

martes, 28 de diciembre de 2010

GENET ENTRE los Panteras Negras – Entrevista con Michèle Manceaux (1970)

Un pequeño gusto para paladares exquisitos de subversión e incorrección. Espero lo disfruten.

Por colaboratorio1


Visit Multitud

Traducción del francés: Diego L. Sanromán

El autor de Los Negros acaba de pasar más de dos meses en Estados Unidos con los militantes revolucionarios del “Black Panther Party”. En su entrevista con Michèle Manceaux expresa los motivos que lo han llevado a ponerse al servicio de su causa.

¿Cómo llegó a reunirse con los “Panteras Negras” en Estados Unidos?

Jean Genet.- Dos miembros del “Black Panther Party” vinieron a verme a París y me preguntaron qué podía hacer para ayudarlos. Creo que venían con la idea de que les sirviera de ayuda en París, pero les dije: “Lo más sencillo es ir a América”. Me pareció que mi respuesta les sorprendía un poco. Me dijeron: “Pues entonces, venga. ¿Cuándo le parece bien?”. Y contesté: “Mañana”. Lo cual les sorprendió aún más, pero enseguida reaccionaron: “De acuerdo, vendremos a buscarlo”. Así fue cómo ocurrió. Por otra parte, no tenía visado.

¿No tiene usted visado desde que escribió sobre la Convención de Chicago?

J. G.- No, nunca lo he tenido. Me lo deniegan.

Entonces, ¿cómo se las arregla?

J. G.- Es muy fácil pasar la frontera. Haría falta que escritores y sindicalistas franceses fuesen también a América a dar conferencias para el B.P.P. De todos modos, se acaba de crear un comité de solidaridad con el B.P.P. en París.

Su causa tal vez no sea la de ellos. ¿Por qué es la suya?

J. G.- Si soy sincero, he de decir que lo que me afectó en primer lugar no fue su interés por recrear el mundo. Sin duda es algo que llegará y no soy insensible a ello, pero lo que me hizo sentirme cercano a ellos inmediatamente fue el odio que les inspira el mundo blanco, su interés por destruir una sociedad, por quebrarla. Interés que era el mío cuando yo era muy joven, pero yo no podía cambiar el mundo solo. No podía más que pervertirlo, corromperlo un poco. Lo que procuré hacer mediante una corrupción del lenguaje, es decir, en el interior de esa lengua francesa que aparenta ser tan noble, y que, por otra parte, tal vez lo sea; es algo que uno nunca sabe.

¿Se considera usted un revolucionario?

J. G.- Mi situación es la de un vagabundo, y no la de un revolucionario. ¿Cómo quiere usted que me defina a mí mismo? Y además las palabras con las que se me puede etiquetar no tienen ninguna importancia: ladrón, pederasta… ahora revolucionario. No, no me apetece decir que soy revolucionario.

¿Por qué ha decidido ayudar a los negros americanos, en lugar de, por ejemplo, a los trabajadores emigrantes en Francia?

J. G.- En el fondo, si he ayudado a los “Panteras”, es porque ellos me lo han pedido. Los trabajadores emigrantes no me han pedido nada. Y luego, los “Panteras” me han aceptado tal como soy. No se da un rígido moralismo entre ellos. Son militantes las veinticuatro horas del día. Todos los domingos, entre las cinco y las siete, los militantes dan clases de educación política. En ocasiones, también he asistido a clases de formación que tenían lugar en plena noche, fusil en mano. Las mujeres hacen el mismo trabajo que los hombres. Todas las casas de los “Panteras” se encuentran dentro de barrios negros y están vigiladas día y noche por guardias armados. Con todo, la policía siempre halla el medio de llevar a cabo redadas, a menudo con víctimas, bajo diversos pretextos, el más frecuente de los cuales es la droga. ¿Sabía usted que los miembros del B.P.P. no se ponen jamás al volante de un coche? Las infracciones al código de circulación, reales o inventadas, son una trampa en la que no quieren caer.
Las casas de los “Panteras” tienen las ventanas blindadas, las puertas forradas de sacos de arena, espejos en las escaleras para ver quién viene y alambradas para protegerse de las bombas lacrimógenas. Viven en medio del odio.

Y ellos, ¿no están llenos de odio?

J. G.- Por la forma represiva de la sociedad blanca, puedo decir que sí.

¿Cómo puede ser que acepten la colaboración con los blancos?

J. G.- No la aceptan sin condiciones. Establecen acuerdos para ciertas operaciones limitadas. Del mismo modo que las organizaciones blancas han establecido acuerdos con ellos, por ejemplo, para las manifestaciones de New Haven y de Washington.

¿Son partidarios de los “Black Studies”, de cultivar su negritud?

J. G.- Se han dado cuenta del peligro que podían acarrear los “Black Studies”. Al resituarse en un contexto africano, se aislaban de la tecnología de la que cada vez tienen más necesidad. Como todos los regímenes políticos han fracasado en darles una situación de igualdad con respecto a la de los blancos, han comprendido que no tenían más salida que el socialismo. Por eso su combate no es solamente antirracista; es un combate global que debería ser la causa de toda la gente de izquierdas en el mundo.
La izquierda americana tiene la posibilidad de no hacer gestos vacíos, sino actos plenos. En cierta manera, dispone de un campo de acción. Por ejemplo, el combate por la liberación de Bobby Seale, el apoyo al B.P.P. Los símbolos remiten a una acción que tiene lugar, no a una acción que será, pues toda acción que se lleva a cabo (hablo de acciones revolucionarias) no puede servirse en serio de ejemplos ya conocidos. De este modo, los actos revolucionarios tiene la frescura de un comienzo del mundo. Pero un gesto o un conjunto de gestos simbólicos son idealistas en el sentido de que colman a los hombres que los realizan o que adoptan el símbolo, les impide llevar a cabo actos reales, de poder irreversible. Creo que una actitud simbólica es, a la vez, la buena conciencia liberal y una situación que permite creer que se ha intentado todo por la revolución. Vale más realizar actos reales y aparentemente de poca envergadura que manifestaciones teatrales y vanas.

¿Qué actos reales realizaba usted en Estados Unidos?

J. G.- Iba de ciudad en ciudad, de universidad en universidad, al servicio del B.P.P. para hablar de Bobby Seale y de la ayuda al B.P.P. Tales conferencias tenían dos objetivos: popularizar el movimiento y recaudar dinero. He estado en el Massachussetts Institute of Technology, en Yale, en Columbia, en Los Ángeles, etc., las mayores universidades abrían así sus puertas al B.P.P.

¿Qué les decía a los estudiantes?

J. G.- Que eran unos gilipollas y que era preciso ayudar a Bobby Seale. Los “Panteras” también hablaban. Tanto tiempo como yo.

¿Qué decía usted a propósito de Bobby Seale?

J. G.- En el asunto Bobby Seale, en el proceso de Chicago, hay ocho acusados. De los ocho, siete, a fin de cuentas, han sido puestos en libertad bajo fianza. Pero no una fianza extravagante de 150000 dólares, absolutamente impagable, como se pide a los negros. Sólo uno de los acusados sigue en prisión y por un tiempo la izquierda norteamericana se desentiende y este hombre resulta, por casualidad, ser negro. Y presidente del B.P.P. Es Bobby Seale. Sé bien que está acusado de un asesinato cometido en Connecticut, pero sé también que estaba ausente de Connecticut cuando se cometió el asesinato, y también que el presidente de Yale, el Sr. Brewster, declaró que existían pocas probabilidades de que Bobby Seale fuese juzgado de forma regular. Guardar silencio sobre este asunto significa aceptar que un hombre sea culpable porque es negro. Al igual que en tiempos del asunto Dreyfus había un culpable: era el judío. En los Estados Unidos, hoy, es el negro. El paralelismo con el caso Dreyfus acaba ahí, pues debo reconocer que en los Estados Unidos no ha habido todavía ningún Clemenceau, ningún Jaurès, ni sobre todo, entre los intelectuales, ningún Zola para escribir “Yo acuso”. Un “Yo acuso” que condenaría a la magistratura de ese país y a la mayoría de los blancos, que sigue siendo racista.

¿Ha constatado sobre el terreno dicho racismo?

J. G.- Viviendo allí como un blanco entre los negros, lo he constatado cada día. Incluso en pequeños detalles. Subo, por ejemplo, a un avión. Al negro que está delante de mí se le ordena abrir la maleta. La maleta contiene tres camisas y dos pantalones. Se le deja entrar en el avión. A mí no se me pide nada. En el tribunal de New Haven me obligaron a sentarme entre los blancos, sin preguntarme mi opinión.
El racismo es algo que puede constatar usted misma. Fíjese en cómo se habla de los cuatro estudiantes asesinados en Kent. Titulares inmensos en la prensa. Un interés desorbitado. Algunos días más tarde, dos estudiantes son asesinados en Jackson (Mississippi). Se habla de ello en la última página de los periódicos. Una información entre otras. ¿Por qué? Los dos estudiantes eran negros.

¿Existe también un racismo negro?

J. G.- No. Puede existir [sic]. Si el racismo es el desprecio que se hace sufrir a los hombres para explotarlos mejor, hay que reconocer que la definición no puede aplicarse a los negros en relación con los blancos.

David Hilliard dice que los “Panteras” en prisión deben ser considerados como prisioneros de guerra. ¿Qué piensa usted?

Dudo en pronunciarme de manera definitiva, pero me parece que, en efecto, si se afronta la situación de los negros con respecto a los blancos como una situación de colonizados en el interior de una metrópolis, uno se ve obligado a decir que la metrópolis ha hecho varios prisioneros. Es preciso afrontar la lucha del B.P.P. en los Estados Unidos como una guerra contra los medios de represión.

¿Dicho combate incluye la violencia?

J. G.- La guerra no puede producirse más que en la violencia. Cuando los blancos predican la no-violencia a los negros, ¿son acaso conscientes de que hay una situación de violencia que no cesa de manifestarse desde siempre, desde los tiempos de los negreros? Esa masa de desprecio acumulado después de trescientos o cuatrocientos años, ¿no es violencia? ¿No se trata también de violencia cuando un blanco, para que se le conceda la libertad, debe pagar 10000 dólares, mientras que, por el mismo delito, a un negro se le piden de 100000 a 150000 dólares? Yo he visto en múltiples ocasiones que a los negros se les exigían 100000 dólares de rescate. No a los blancos. Predicar la no-violencia en tales casos es denegar a los negros los medios de defenderse. La actitud no violenta de los blancos es diletantismo moral. Nada más. Queda la cuestión de que violencia y no-violencia deben ser utilizadas, en mi opinión, de forma táctica.

¿Cuál es la ideología del B.P.P.?

J. G.- Ven en su combate un combate de clase. Su objetivo es una revolución de estilo marxista. Es lo que explica el vigor de la represión. La administración sabe bien que, tras los “Panteras negras”, ondea la bandera roja. Los “Panteras” podrían tener una audiencia tal vez más amplia en la comunidad negra, e incluso blanca, si aceptasen ser una suerte de Ejército de Salvación un poco politizado, pero sería en detrimento de sus objetivos deliberadamente revolucionarios. Para mí, es una razón para apoyarlos: conducen la lucha contra el imperialismo en el seno mismo del territorio americano.

¿Cómo se manifiesta la represión?

De una manera muy significativa. He anotado y contado todos los casos de represión entre los “Panteras” desde el 2 de mayo de 1967. Las cifras son elocuentes: del 2 de mayo de 1967 al 28 de septiembre de 1968, 55 procesos, 130 interrogatorios, 5 personas muertas. Y eso en diecisiete meses. De octubre de 1968 a diciembre de 1969, o sea en quince meses, he contado 373 procesos, 735 interrogatorios y 24 personas muertas. ¿Qué ha ocurrido entre estos dos períodos? La administración Nixon ha sustituido a la administración Johnson y, si echa las cuentas, verá que la represión se ha multiplicado aproximadamente por siete.
Quisiera hablarle del asunto de Baltimore porque es muy importante. En Baltimore, el 30 de abril, irrupción del FBI en la casa de los “Panteras”. Se detiene a diez personas y la policía afirma que habría ocho fugitivos. Pretexto: se ha descubierto, en octubre de 1969, el cadáver de un negro que habría sido torturado y cuya muerte se remontaría a julio de 1969. Los polis afirman que se trata de un informador asesinado por los “Panteras”. En realidad, no saben nada sobre Anderson, el muerto, pero quieren servirse de él como pretexto, encontrar una apariencia de justificación para sus arrestos. Pueden permitirse cualquier cosa con el pretexto de buscar a los ocho fugitivos… y atribuir el crimen a quien les apetezca.

¿La policía siente al menos la necesidad de justificarse?

J. G.- Sí, porque los “Panteras”, y en esto son hábiles, no se mantienen en la clandestinidad. Pueden verse sus fotos. Cogen el avión. Se muestran por todos lados. Son conocidos. Lo hacen como medida de precaución. Finalmente, la luz les protege mucho más que la clandestinidad. Es más fácil arrestar a un “sucio negro” anónimo que a un hombre responsable y conocido que tiene un cargo cuasi-oficial.

¿Se conceden títulos?

Si, hay ministros, responsables. Gobiernos regionales. Yo dependía del Ministro de Educación, Massaï Hewitt. Pero viajaba sobre todo con David Hilliard, que sustituye a Bobby Seale. Ahora la policía quiere arrestar a David Hilliard y a otro al que llaman D.C., que está escondido. Pusieron en marcha la operación de Baltimore y cursaron órdenes de detención el 30 de abril, que era la víspera del día en que David Hilliard debía hablar en New Haven. Quisieron intimidar a la población negra para que no se presentase en New Haven, pero hablamos al aire libre ante veinte mil personas. New Haven es el lugar en el que Bobby Seale está encarcelado. Si le hablo de esto, es porque los “Panteras” me han pedido que le dé la mayor publicidad al asunto de Baltimore. Ven en él una seria amenaza.

¿Acaso los “Panteras” se consideran guerrilleros?

J. G.- ¿Qué son los guerrilleros? No puedo servirme de palabras que han servido a otros. Puedo decir: son así, hacen esto.

¿Cómo consiguen dinero?

J. G.- El dinero procede, en primer lugar, del periódico semanal, a 25 centavos la unidad, que tiene una tirada de 150000 ejemplares. Los jóvenes negros lo venden por todos lados. Una parte de la población negra cotiza al B.P.P. Casi todas las formaciones de jazz entregan, cada mes, las taquillas de algunos de sus conciertos. También hay donativos.

¿Qué vienen de los negros o de los blancos?

J. G.- De ambos. He asistido, por ejemplo, a una reunión en casa de un escritor, en Hollywood, junto a Jane Fonda. Recaudaron una cantidad nada despreciable de dinero en muy poco tiempo.

En Nueva York, los “Panteras” tienen presencia en la St.-Mark Church. Se hacen representaciones teatrales en su beneficio. Son muy astutos para hacer que hablen de ellos…

J. G.- Son la prensa, la radio, la tele, etc. los que los convierten en vedettes. Ellos no lo buscan. Se transforman en vedettes cuando son arrestados… Por otro lado, la información está voluntariamente amañada, en la medida en que se tiende a mostrar al B.P.P. como un grupo folclórico, o bien como una asociación de malhechores. Nunca, desde luego, como un grupo revolucionario coherente.

¿Cuándo viajaba usted así, con los “Panteras”, se sentía “blanco”?

J. G.- No, a decir verdad; es muy curioso, yo no hacía diferencias.

¿Estaba, con todo, la barrera del lenguaje? ¿Usted no habla inglés?

J. G.- Sí, cierto, eso era lo más jodido. Aún más si se tiene en cuenta que los negros provienen casi todos del ghetto y que hablan un argot difícil de comprender, a veces incluso para los intérpretes blancos. Con David Hilliard, conseguía entenderme muy bien: nos escribíamos. Él no utilizaba palabras demasiado complicadas y yo podía leerle y escribirle.

¿Habría escrito usted Los Negros de la misma manera después de haber vivido lo que acaba de conocer?

J. G.- Si no le importa, no hablemos de mi teatro.

¿Ya no quiere escribir?

J. G.- Creo que Brecht no hizo nada por el comunismo, que la revolución no fue provocada por Las Bodas de Fígaro de Beaumarchais. Que cuanto más próxima está una obra de la perfección, más se encierra en sí misma. ¡Aún peor, suscita nostalgia!

Esta entrevista se publicó en el número 289 del Nouvel Observateur, fechado el 25 de mayo de 1970.

domingo, 19 de diciembre de 2010

martes, 14 de diciembre de 2010

ellos y los otros

Ellos se presentan

como defensores de la patria.

Los que entregaron

las riquezas

los que aceptaron ser carne

del imperio

los que se enriquecieron

en un genocidio

planificado en la embajada.

Ellos.

Los otros son los intrusos

indoamericanos

extranjeros

chusma

los que nos roban el techo

el subsidio

y el trabajo.

Ellos son la nación

a balazos

contra la serpiente

extranjera

como los héroes de antaño

como Falcon

como Varela

como Carles y la liga patriótica

contra la canalla anarquista.

Los otros son la inseguridad

las prostitución

el narcotráfico.

La patria de ellos

son las vacas

los curas

la soja

el dolar-

los otros no tienen patria

son una clase

sin fronteras.

Ellos son una mierda,

yo soy los otros.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Una sombra de ira

Llegó a la una de la mañana
luego de haber tomado unos pases de coca
arriba del micro.
Ella esta hermosa
tirada semidesnuda
sobre la cama deshecha
durmiendo
brillando aún en sueños.
Su cuerpo moreno se sacude
y yo no sé como
ni porque
-me pregunto-
tengo tanta suerte
cuanto durara.
Cuando despierta
me reprocha mi estado
sudo
casi no puedo hablar
sus ojos se encienden
con furia y me deja
solo
bajo la luz de la bombilla eléctrica.
Zumban las moscas
y corre la música
de las cañerías.
Es fácil zambullirse
en brazos de la locura
lo difícil es convivir con ella.
No sé qué decirle para
que se le pase el enojo;
me llama mentiroso
y en parte es cierto,
la mentira alimenta el imaginario
de la buena y mala vida.
Pero en ese momento
solo soy un viejo
drogadicto
que no quiere molestarla
con sus vicios
adquiridos en las batallas
y las derrotas.
La madrugada es calma
la tenue luz de los faroles
se cuela entre las hendijas
de las persianas bajas,
la vida vacila en los extremos
del dolor y la alegría.
Una sombra de ira
me acaricia el cabello.
Sus ojos son una promesa de fuego,
su risa un estruendo de burla,
su piel seda
su voz el viento soplando
su sexo
un volcán ardiendo.
No sé cómo ni porque
tengo tanta suerte.
Me pregunto cuánto durara.

La luna agradecio

En puntas de pie
decide romper
el silencio de la noche.
Revienta una botella de vino
sobre la pared
y los vidrios astillados
y el dulce aroma de la uva
modifican
el breve paisaje
de la decepción.
Borrachos
miran al corazón
del abismo
y solo encuentran
vacío y estupidez.
Una gran luna llena
apaga fría
los orgasmos
de la noche,
una luna torturada
por los malos poetas
y las soporíferas odas
de Pablo Neruda
yace
bajo la terrible dictadura
del sol
que insiste en reproducir
los fuegos
del infierno;
el cadáver
asiente el susurro de las las raíces
el peso de las avenidas
y el zumbido de los mosquitos.
Recostado
en sus puñales,
lamentando los huesos de los muertos
y el llanto de los sexos húmedos
de las amantes abandonadas;
donde los gusanos
sueñan con ser mariposas
y las larvas vivir
la gustosa vida del gusano.
Justo ahí,
en puntas de pie,
arrojada
la botella contra la pared
se hundió
la nostalgia en el olvido
dijo adiós
y se esfumo,
después del ultimo trago.
Sus palabras fueron
a la mierda con el amor
y con Neruda.
Y la luna agradeció
con una picara sonrisa.

El glamour del Bambino

Araoz escupe en la vereda un salivazo blanco y esponjoso, que da a parar justo contra el cordón, queda colgado allí como un hilo elástico antes de caer sobre el desagüe. Araoz lo contempla por un instante, lo observa como un producto de sus entrañas.
-debo de estar podrido, dice Araoz a Joquín.
Joaquín no le presta atención, esta ensimismado en su bolsa de merca, mete la moneda saca un montón y jala, snife, uno por orificio, le convida a Araoz que repite lo mismo, una jalada por orificio.
Araoz es un tipo duro, cara llena de hoyuelos, nariz partida y barriga. Tamaño medio pero fornido. Araoz no es de consumir cocaína, pero esta noche, particularmente, el hombre lleva una borrachera extraordinaria y quiere mantenerse en pie y lucido para realizar su trabajo. Un trabajo desagradable para su gusto, pero, se pregunta Araoz, ¿no es acaso desagradable cualquier trabajo que tenga por fin enriquecer a otro?
Joaquín no puede moverse de la dureza que lleva. Es alto y desgarbado y tiene cara de que nada le importa. Toma su merca de a monedazos para darse valor. Para sentirse poderoso, para no tener que dar explicaciones por sus actos. Si viola, la culpa es de la droga, si mata, la culpa es de la droga, si roba, estaba zarpado. Una buena manera de no hacerse cargo. Joaquín moquea y se lleva los dedos a la nariz. A Araoz aquello le resulta desagradable. Piensa que tipos como Joaquín no son de fiar, buscan la excusa. Siempre pero siempre la culpa es de una cosa, de un objeto, nunca del tipo o la tipa que lleva a cabo actos aberrantes. Claro, mientras la cosa sea el dinero cualquier culpa es olvidada, con dinero la culpabilidad se diluye y comienza el momento de la respetabilidad. Uno o una deja de ser ladrón, fiolo, asesino, cagador o puta si tiene unos billetes para ostentar y limpiar el pasado de sospechas. Araoz se caga en el dinero, lo que gana se lo juega y punto. Caballos, ruleta, punto y banca, da igual. O se lo gasta en los puteros. Es muy de él tener los bolsillos llenos y perder todo la noche del mismo día que lo obtuvo, volver a casa pidiendo prestado monedas para el colectivo.

Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

Araoz recuerda que fue un soldado del Loro. Era su orgullo pertenecer a la patria metalúrgica. En su vida toco un torno. Su trabajo fue arriba de un ring tirando ganchos y esquivando golpes o en las calles mostrándole al zurdaje que los sindicatos son de Perón. Después los asados, los puteros, las drogas, toda la kermese que los muchachos disfrutaban por su lealtad al loro.
El Loro ea un turco bajito y regordete, pero su mirada asustaba. A ver, aclaremos, no era ni el séquito de matones haciendo ostentación de armas, ni los anillos exagerados en los dedos pequeños y regordetes, ni los surcos de su rostro lleno de arrugas y un aceitunado color a muerte. No, no era nada de eso. Se trataba de la frialdad de aquellos ojos que escrutan en el otro, algún signo, alguna incomodidad, algo que delate algún matiz de la traición.
Caeremos como peronistas, le habia dicho a Unamunu cuando este le pedía que soltaran la mano de Isabel.
El Loro sabia tener sus salidas graciosas. Dicen que una vez, cuando el Pelado de la Orga le pidió explicaciones por aquello de Ezeiza, entre custodios nerviosos que martillaban sus pistolas y ametralladoras atentos a que en cualquier momento comenzara la balacera, el Loro le dijo convincente.
-pero muchachos, nosotros no fuimos, si llevábamos solo las 38, como cuando vamos al asadito con los amigos.
Y el Loro que fue custodio del verticalismo y guardián de la ortodoxia, que es el jerarca de la patria sindical contra la sinarquia radical alfonsinista, alecciona a montones de lúmpenes de aparato que lo acompañan al vermut para escuchar las palabras del jefe. Los llamaba a cerrar filas con Saúl querido, que era el títere d el Loro. Fue ahí donde Araoz aprendió a poner en caja a los zurditos del MAS que lo jodían al Loro en los talleres de Lugano, justo Lugano, de donde es el Loro, donde el Loro come los asados donde brillan las 38 y visita a los amigos del barrio, donde el rugiente motor de los Torinos anunciaban al barrio que se tenia que vestir de fiesta para recibir al hijo prodigo.
Y Araoz caño en mano o a puño limpio cocía a golpes a los enemigos del Loro.
-Zurdo de mierda, esto es de parte del Loro.
Pensar que lo llamaban mariscal de la derrota. Se dice Araoz en sus pensameintos.


Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

Cuando salio del penal, Araoz supo que su vida no iba a ser la misma. Lejos estaban la fama y la gloria. Ahora era un paria, una escoria, un recuerdo de poca gente en las conversaciones casuales.
(-che sabes algo de Araoz? -No, creo que sigue preso) Araoz miro el cielo buscando respirar el aire de la libertad. Estaba gris y nublado y el clima era pesado. No había nadie esperándolo afuera. Decidió caminar por un buen rato hacia Once a la pensión del flaco Andrés, que ya no era flaco sino un gordito pelado con cara de borracho, quien le dio una habitación compartida con Joaquín. Joaquín era un uruguayo alto, flaco y desgarbado que tomaba cocaína todos los días que trabajaba de sereno en una cochera y cada tanto hacia aprietes para el dueño, que era un prestamista que compraba y vendía cosas robadas en un local de empeños en Once.
Joaquín y Araoz se hicieron amigos. Joaquín le compraba la cocaína a Sheila, una travesti peruana que vivía en la misma pensión y que estaba caliente con Araoz. Todas las madrugadas le golpeaba la puerta y Araoz la dejaba entrar, tomaban vino y cocaína y ella les chupaba la pija a él y a Joaquín. Araoz prefería el alcohol pero llegado un punto de borrachera se pegaba unas lineas para levantar y seguir chupando. Al poco tiempo, Joaquín le consiguió trabajo a Araoz como custodio del prestamista en el local.
-¿Araoz el boxeador, no estaba preso por violín? Esta bien decile que venga.
A pesar del tiempo Araoz se conservaba en forma. Tenia una incipiente barriga pero era un morocho fornido que mantenía su fiereza. Su trabajo consistía en estar en el local de 9 a 19 y evitar que los ladrones se zarparan o intentaran robar algo. Había otro muchacho que atendía. El local tenia una pequeña oficina con un sillón donde el prestamista, que era un viejo gordo, sucio y desagradable, a veces se encerraba con alguna prostituta o alguna travesti que le tiraban la goma. Salia con una sonrisa estúpida y canchera en su rostro.
Una de esas prostitutas era Rita, una paraguaya que en sus viejos tiempos Araoz había frecuentado por la Federación de Box. Cercana a los cuarenta seguía siendo una morocha agradable y de buenas tetas. Enseguida lo reconoció.
-Campeón, como estas? Te acordas de mí? Rita del privado de Castro Barros.
Araoz tardo unos minutos en recordarla. Se saludaron afectuosamente. Ella le paso su numero de celular.
-Esta paraguaya hace unos petes divinos campeón. Le dijo lascivamente el prestamista.
Días después Araoz la llamo. Se encontraron a tomar un café en La Perla y de ahí fueron a un telo en Rivadavia y Rioja. Era la primera vez que estaba con una mujer desde que había salido hacia unos meses de la cárcel. La monto como si fuera un perro salvaje. Su pija dura apuñalaba la vagina chorreante de Rita la paraguaya, que le pedía a Araoz que no pare, que siguiera, que la hiciera mear de placer. Comenzaron a salir. Sheila la travesti se puso celosa e intento apuñalarlo. Araoz la cacheteo, la noqueo, de un gancho, cuando despertó él y Joaquín se la estaban cojiendo. A pesar de aquella pelea Sheila seguía yendo en busca de la atención de Araoz que se dejaba mamar borracho, mientras Joaquín miraba y tomaba cocaína.
Así transcurría la vida de Araoz hasta que el prestamista le empezó a pagar por otro tipos de trabajos. Aprietes, algún que otro robo, apuradas a los deudores. Araoz empezó a cobrar mejor, se mudo a una pieza solo y Joaquín se emparejo con Sheila. Rita lo abandono después de una noche de borrachera donde Araoz la hizo coger con Joaquín y Sheila y luego la fajo llamándola puta de mierda. La vida de Araoz estaba condenada a ser la de un hombre solo.
El prestamista le encargo un trabajo para él y un amigo. Se trataba de apurar a un delegado de la UTA que rompía las pelotas en su linea y le llenaba la cabeza a los choferes para que no pidieran se endeudaran con él.
-Entendes campeón? Me llama usurero. Yo le brindo un servicio a los muchachos para que puedan salir de farra y disfrutar de las putas. Pero a estos zurdos les molesta que la gente viva bien.
Le ofreció buena plata. Araoz acepto.
Era para él un deja vû.

Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

Araoz piensa mirando el camino. Ya pasaron aquellos años de juventud y su viejo maestro esta muerto. El mismo es un hombre grande que ha perdido toda respetabilidad, toda idea, toda ilusión en la obediencia y la lealtad a alguna causa. Solo le queda a Araoz este presente de supervivencia gris, este cuerpo cansado de golpes y de caricias que mienten amor por dinero o cocaína. Para Araoz no hay futuro. Él, que se formo junto a los pesados del Loro, supo ser campeón sudamericano peso medio (y para el Loro y los muchachos era el orgullo deportivo de la patria metalúrgica). Pero a fines de los ochenta sucedió la tragedia, el ocaso de su carrera. Hacia poco había perdido el sudamericano en su segunda defensa. Una noche de alcohol y cocaína, la que era entonces su mujer lo acostó. Le llevo al sobrino que era un pendejo lindo a que le chupara la pija. Araoz se dejo mamar.
-Dale campeón, verte así me calienta.
Ella lo fotografiaba partiéndole el culo. El pibe tenia quince. Ella difundió esa foto en todos lados. Los diarios titularon sobre el caso del boxeador pedófilo. Ella lo denuncio por abuso, maltrato, violación y cuanta perversión hubiera y se quedo con lo que había obtenido hasta entonces, casa, auto, cuenta bancaria. Él termino preso y enlodado por abuso de menores. Los abogados, señores bien que le decían -Araoz, campeón no te preocupes nosotros vamos a impedir que nada suceda, lo dejaron en la ruina. Los muchachos lo apartaron por puto. El Loro lo dejo caer en la desgracia y el olvido. (Ni siquiera se digno a atenderlo cuando le pidió ayuda).
Araoz repetía autocrítico: -Me hicieron una cama pero yo se las deje tendida.
Desde entonces es un fantasma, un caricatura de quien quiso ser. Ahora Araoz calma sus borracheras con cocaína para realizar su trabajo.
-Todo por romperle el culo a un pibe, se repite Araoz.
-No hay justicia. Si hubiera tenido el glamour del Bambino, hoy seria una estrella.

Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

Joaquín guarda la bolsa y se pone en movimiento.
-Araoz ,es aquel.
Y Araoz con un caño de metal en la mano se dirige hacia el tipo. Que camina lento hasta una parada inhóspita de colectivo iluminada por un farol,.
-Puto de mierda esto de parte del Loro. Y le mete un golpe en medio de la cabeza, con tanta fuerza que los sesos del tipo se desparraman en la vereda y el sonido del golpe despierta a la jauría de perros que comienza a ladrar a la noche bajo una luna lejana. Un farol de luz ilumina la cabeza reventada y la sangre en el piso.
-No hay justicia, se dice Araoz al huir.
En el auto Araoz se pega un trago largo y profundo de una petaca de ginebra y se da un saque de cocaína. Piensa que hace tiempo ya es tarde para volver a ser otro. Mira callado el camino.