viernes, 23 de octubre de 2009
Prosa plebeya derrotada por la historia
El gordo Cooke inhala cocaína
en la soledad de un cuarto de pensión
clandestino en Buenos Aires.
La cabeza visible de los peronistas resistentes,
la voz que increpa al General por la insurrección plebeya,
sniffa y extraña.
A su amada Alicia
(otra amante del exceso como fuerza vital)
correteando de acción en acción
y de cama en cama.
La ruleta en Mar del Plata,
la agonía del tambor circulante
y las fichas obscenas sobre el paño verde.
A los descamisados en la Plaza,
como aquel 17 de octubre
donde los obreros
con las patas en la fuente
hicieran nacer
el fenómeno maldito del país burgués.
A los compañeros caídos.
El gordo Cooke con su bigotito fino
blanco por la coca y los ojos inyectados en sangre,
con un eterno cigarrillo prendido en los labios,
(con la ciega ilusión de un Perón revolucionario
y la decepcionante verdad de los burócratas sindicales).
predicando la muerte del nacionalismo
que no conduzca a la revolución social.
Vaya ironía del pensamiento
para una prosa política que resulto
trágicamente derrotada por la historia.
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Me gustó bastante. Tus poemas a veces son bastante escabrosos, pero tienen un contenido interesante.
ResponderEliminarUn saludo cordial.
Hasta pronto.
gracias pluma. un gusto como siempre leerte.
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