lunes, 5 de octubre de 2009

La reunión


San Justo principios de los años ochenta. Casa de militantes del MAS.
La Negra Carla (-todos están concentrados, la política los absorbe y yo acá excitándome de solo pensar en que hagamos lo que hagamos vamos a terminar con el aliento en la nuca de los peronistas que nos van a querer cagar a palos por pelearle La Matanza o una porción de ella. Me calienta, no tengo que venir drogada a las reuniones, me pone muy hot) le dijo en el oído a Martín.
-Estos me tiene podrida. La verdad tengo ganas de meterme unas rayas de coca y chuparte todo. (-Cojeme hijo de puta así te saco yo de la cabeza las tetas de esa Carla que tanto te gusta y tan poca bola te da, cojeme y te muestro como las negritas plebeyas de Casanova sabemos mamar pija hasta que los ojos se den te den vuelta y pidas por favor que te ame, acá en medio de la barbarie donde lo único socializado es el colchón en que nos revolcamos todos juntos planificando la revolución. Cojeme estando duros así no acabamos más y el sudor con gusto a químico nos baña.)
Martín se rió y sin que nadie lo viera acaricio la pelvis de la Negra. (-¿Te gusta negrita, te gusta sentir mis deditos en los pliegues rugosos de tu conchita rosada no? Te gusta saber que tu sexo es el centro de atracción de quien vos quieras? ¿Saber que en cualquier momento unos dedos inquietos de quien sea se van a posar en esa raja mojada y ardiente que tenes entre las piernas? Sos turra. Te gusta saber que ejerces esa atracción animal como instrumento de poder.) La reunión seguía. Todos discutían encima de todos sin que nada quedara claro. Alguien abrió la ventana para ventilar el ambiente viciado por el humo espeso de los cigarrillos. El Gordo argumentaba en contra de la idea de Martín de ponerle a una revista política de La Matanza de nombre La Barbarie (-Este quiere hacerse el extravagante mandando fruta, como si lo inentendible te diera chapa de intelectual, como si a estos hijos de puta de la JP o el CdO les interesara tres pitos si te llamas la barbarie o Heidi). Argumentaba que no era entendible, que se confundía con la opción federal frente al antagonismo sarmientino de civilización o barbarie y que no decía nada. Martín por su parte sostenía que La Matanza era la expresión de La Barbarie en todos los aspectos que señalaba el gordo, era el lugar que la política liberal y los punteros peronistas que se aprovechaban de ella habían condenado a los trabajadores de La Matanza. La Barbarie era una ironía, decía Martín, para confundir a los muchachos del CdO y que no nos jodan en la actividad, para acercar a los peronistas de izquierda, para abrirnos a un público más critico, para dar cuenta que La Matanza era un cementerio de fabricas y desocupados deambulando por la Ruta 3. (-La Barbarie amigos, el antagonista del socialismo que nosotros sostenemos, el hecho cotidiano que es la vida de millones de compañeros hacinados y condenados al olvido a no ser que las fabricas se muevan como en los ’70 y le pongan el dedo en el orto a la burguesía y los burócratas de los sindicatos, toda la cultura y la historia es un acto de barbarie que puede parir el socialismo. Carlita, mi amor, como extraño tus besos en celo, la barbarie es que no me des bola) Clara y Andrés argumentaban a favor (-Clara amor, mira que pelotudo tu ex, mira la de boludeces que tira para llamar la atención, es capaz de pelar la pija acá delante de todos para decir que somos cultores de la barbarie si no le se la chupamos de a uno y en fila, no aporta en nada confunde nuestros objetivos, nos desarma políticamente, ¿vez de lo que es capaz para llamar tu atención?). Raúl y Gladys tenían dudas, Juan no hablaba, él tenía la posición oficial que era rechazar el proyecto por inviable. La orden del partido era abrir locales, no sacar revistitas sin sentido. (-Nuestra lectura no nos permite distraernos en la boludez de hacer una revista, tenemos que concentrarnos en extendernos en la regional y buscar las metalúrgicas como referencia, la Universidad es un lugar de paso, que los estudiantes se unan a los obreros y si no que se caguen por pequeñoburgueses, ustedes son demasiada joda y poca disciplina, demasiada discusión y poca ejecución, la línea ya esta dada dejémonos de inventar, apliquemos. Vean chicas yo soy el que manda y no hay pero que valga. ¿Les gusta? No importa el gusto se construye como las relaciones. ¿No es así Clarita? Que fuerte que estas después arreglamos)
Hacia calor y Clara se saco el buzo, y al hacerlo se levanto involuntariamente la remera, sus tetas quedaron al aire por un segundo. Los suficientes para que todos se quedaran viéndola. Clara se sonrojo y bajo la remera. Andrés dijo –No tan rápido. Todos rieron. Clara contesto burlona -Bueno es algo que todos conocen. Nueva risa. (-mis tetas al aire que vergüenza, y encima delante de estos pajeros. Cuando será el día que los tipos nos consideren algo más que la camarada de tetas, si Andrés no te enojes son todas tuyas por ahora, cuando tenga la cita con Juan solo se la presto un ratito, no ya se que lindo no es, pero es dirigente) La Negra le dice al odio a Martín que tenia un nudo en el estomago -¿Y si hacemos una fiestita con Clara? Y por debajo de la mesa le toquetea la pija. Martín la frena. –Para Negra, terminemos la discusión. (-No seas pajero camarada, la otra se va a ir a la cama con su novio que te odia porque sabe que vos fuiste el ex y además porque tenes ideas y el solo repite lo que dice la dirección. Clarita ya no es la que era, sácate el velo un poco, pero a pesar de que decís que no se te pone durita) Pero la discusión se hizo interminable. A eso de las tres de la madrugada Andrés, Juan, Clara y Raúl se fueron. La Negra Carla, Martín, Gladys y el Gordo quedaron tirados en los colchones que poblaban casi siempre aquel departamento de militantes en San Justo. Tomaron un vino tinto y peinaron unas rayas de coca que la Negra tenia escondidas dentro de una de las patas de la cama. El Gordo puteo en voz alta –Tanto esfuerzo y discusión para nada. Al final todo es una orden de arriba. –Cálmate, le dijo Martín, lo hacemos igual como agrupación universitaria. La Negra corto la discusión desnudándose frente a todos. Gladys la imito. Tenía la pelvis poblada de una enorme mata de pelos rubios Gladys (–Soy la concha rubia vengadora de todas las rusitas de Villa Crespo que soñamos con porongas grandes de chongos guasos con prepucio sin cortar. La selva rubia de pelos que se cuelan en la garganta del amante de turno para que se ahogue con el flujo que corre sobre su boca y su nariz. Una conchita psicoanalizada porque tenemos esa enorme crisis identitaria de saber que cuando los chongos nos miran a los ojos y ellos se babosean pensando que solo miramos sus braguetas asumimos como un shock ese prejuicio antisemita de que todas las judías somos putas. Y somos tan putas como las matronas de La Matanza que cuando el marido va a trabajar le chupan la pija al hijo del vecino que las calienta en sus shorticitos ajustados a las piernas y que tienen ganas locas de derramar leche sobre sus tetas de madres amamantando. Tan putas como las señoras de doble apellido que le entregan el orto al cura con la bendición de Dios. Pero esta, es una conchita dulce y jugosa que ejecuta su venganza implacablemente, adentro bailan las vergas más poderosas y terminan secas y vacías, dándome toda su lechita como bendición publica, como rendición incondicional, del chongo goi que pide la toalla ante el culo pálido y enorme, de tetas monumentales, conchita selvática de matas rubias de esta judía trola y zurdita de Villa Crespo). El Gordo y Martín se desnudaron. Era sábado y la noche había sido larga.

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