Me dijeron con tono demandante
y con una bronca que salía desde las entrañas:
te odio,
todo es tu culpa,
lo que necesito es paz y tranquilidad.
Y aquí estoy yo,
solo nuevamente,
desgarrado y mirando expuesto
el producto de la tranquilidad
que no me contiene.
Me dijiste paz
y contemple el cementerio
deseando no encontrar los restos
de nuestros días.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario