Por jamás ofrecer
la otra mejilla;
por no dejar dormir
con mi música;
por no embarcarme
en empresas ajenas;
por no asistir
a fiestas de otros;
por jugar a ser la némesis
de mi vecino;
por comer caramelos
delante de los diabéticos;
por no reconocer
en nadie sacramentos;
por no haber advertido
que no soy un caballero;
por haber reído de más,
por haber llorado de menos.
Por todo lo demás, sí,
disculpen.
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