Me sacudo -como un elefante mojado- los restos de un amor tan viejo, tan gastado, que solo queda el gusto rancio y el sabor a queso podrido, de los besos olvidados. Rosas rojas marchitas en las ventanas de la ciudad. Es el recuerdo efímero, como una raya de cocaína.
Ufffff, Patético.
ResponderEliminarSaludos cordiales, amigo.