
Al pie
del patíbulo
miro
por última vez
los ojos
de sus verdugos.
Eran fríos
a pesar
del odio.
Pensó:
La derrota
es implacable
y la traición
es vomitiva.
Se abrió
el foso
y el cuerpo
quedo colgando
con el pene
parado
por el
rigor mortis.
La multitud
gozo
el instante
como
un orgasmo
colectivo.
Eso fue
todo.
Se retiraron
vitoreando
la mano
del verdugo.
Muy bueno. Felicitaciones Ateo.
ResponderEliminarSaludos cordiales desde Guatemala.