
El hombre que fuma opio
Esta acostado sobre una pequeña cama
Su pipa humeante al lado.
No es Shangai, la de lo barcos apiñados en el puerto
Y las callecitas olorosas de orines y comidas fritas,
La del griterío interminable.
Es un rincón de Buenos Aires oscuro y sucio como Shangai
Sus pies descalzos huelen intensamente,
Pero él esta viajando a los campos humedecidos y cubiertos por los arrozales
A los libros rojos agitados rabiosamente allá en el ‘66
Para defender al Gran Timonel de los revisionistas
Luego de las hambrunas del Gran Salto Adelante.
Y luego Mao quemando a Shakespeare y las partituras de Mozart,
Sentándose junto a Nixon luego de un partido de ping-pon.
Y el defenestrado Deng abriéndose al capitalismo.
Recuerda a la mujer desnuda que espera y espera
Bebiendo vino tinto.
Que soñaba el amor con su rodete Eva Perón
Diciendo que iba a hacer
El Hospital de Niños en el Sheraton Hotel,
Con sus tetas hambrientas de lujuria
Y sus labios sedientos.
La que nunca más apareció.
El hombre fumando opio piensa en vacas sagradas
Contempla ruinas y descansa en la locura.
Piensa, es la historia una amante desgraciada.
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