Bebiendo café en el bar de la esquina
de monroe y triunvirato.
La tarde es fresca
-el general invierno
se aproxima-
yo llevo puesto
mi gorra negra
mi chalina violeta
mi buzo rojo
mis uñas azules.
Desde que sali de la clinica
así son las tardes,
una pequeña rutina
de enfermo de sida.
El muchacho que me atiende
es hermoso
y tiemblo cuando se aproxima
de solo pensar en su mirada
-dulce como el aroma del caramelo
recién hecho-
le pido un café
y lo veo irse.
Desearía que algun día me diga:
-a la mierda con el café,
solo quiero echarte un polvo
y yo me abriría
como una rosa en primavera
aunque sea el más crudo invierno
y la muerte arrasara
con todas las flores de la tierra.
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