jueves, 23 de julio de 2009

el derecho a la pereza

Una cerveza nocturna,
Tras la dura jornada de trabajo.
Solo,
en la noche tibia y abierta.
Me siento frente a la computadora y escribo,
como si este acto me liberara
de los dolores,
del cansancio y la angustia,
del sabor amargo del yugo.

Trabajo: maldita faena,
una constante perdida del tiempo,
de la vida, de la fuerza,
la creatividad,
de la lucidez y
la ternura.

Obrero en polaco
se escribe robotnik,
es decir robot,
maquina,
ser sin alma ni sangre,
sin dulzura que ofrecer,
sin más amor que el que permite
al pobre infeliz
tener hijos y reproducirse,
es decir sin nada más
que el castigo del matrimonio.

Asi pasa la vida de millones,
de casa al trabajo y del trabajo a casa.
Quizas tal vez,
ir de tragos y putas con el cobro o
con un chulo y de shopping.
Pero siempre retorna omnipresente,
en las conversaciones,
en los planes,
hasta en los sueños.

La puta sociedad del trabajo y
la explotación
¡cuando llegara el día
que reinen el ocio y la imaginación!
¡cuando será digno contemplar
noches estrelladas y cuerpos voluptuosos!
¡cuando enterraremos a los parásitos
que obligan a nuestra carne
a sufrir su depredación!

De la necesidad a la libertad decía Engels,
del trabajo al ocio.
del ocio a la creación.
El socialismo es el derecho sagrado a la pereza.
Quiero rascarme el ombligo y
contemplar mis dedos,
mirar al mundo a través de ellos.
Quiero todo el tiempo para inventar palabras
que describan mi odio,
mi amor,
mi pasión y
el sexo de todos,
que me enloquece.

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