El maldito insomnio que no deja dormir. Un té caliente, un porro en
la oscuridad, escuchando la Novena de Bethooven junto a la estufa
electrica, frente a la pc, deseando que la noche me arrope en sus brazos
de amante obscena, viendo el elegante dormir de los gatos, un cachete
de Tomas sobre la almohada, gastando tiempo simplemente en gastarlo.
Soñe que era amante de unos motociclistas tipo hell's angels, que me
subían al asiento de las motos y me aferraba a sus vergas en las
grandes
distancias de una ruta, dulces y duras vergas que como estacas
resistian mi fuerza y me prometian su leche y miel. Angeles de la muerte
que destrozaban bares y bebian cerveza, que miraban a los espejos con
la certeza de saberse temidos y gemian como lobos cuando me penetraban.
Mi mirada se aferraba al retrato de un sol intenso que sobre un fondo
rojizo encendía la pradera, hacia allí marchaba una muchedumbre de
sombras con jirones de banderas, no era muy bueno y pensaba hacia mis
adentros que parecía realismo socialista, pero esas sombras caminando
hacia el fuego me atraían, me llevaban a Coyoacan, donde Diego Rivera
retrata mi cuerpo desnudo mientras una Frida Khalo curiosa cubría con
rosas rojas mis tetillas. Sobre una mesa una botella de tequila que bebo
de a sorbos construyendo imágenes sin ton ni son
el reloj en la arena
una red arrojada al mar
la cabeza tronchada de Marie Antoinette
el sabor de un café en la tarde parisina
un farol bajo la luna
un duelo de pistolas al amanecer
Por el rabillo del ojo se escapa la silueta de Ramón Mercader que se
agazapa. Grito pero nadie escucha. Un dedo recorriendo la espalda fría
de un cadáver en Auswichtz.
Si Evita viviera seria falo-céntrica,anticomunista y defensora de las Tres A.
Tequila y limón y gruesas rayas de cocaína, que se van, se disuelven.
Niñas que sueñan con ser veneradas como hijas del inca, indias mestizas,
dolor de cabeza y aspirina.
El blanco de la pantalla, de fondo
un violín y el humo de la marihuana que deja su estela perfecta, y el
pincelazo rojo sobre la tela.